En mi experiencia dentro del mundo del periodismo y la comunicación corporativa he de decir que la valoración del iPad Pro como herramienta de trabajo depende de lo multimedia que seas.
Si trabajas con textos y fotos es ideal. Entre Lightroom CC, VSCO, Ulysses y Word junto las distintas aplicaciones de RRSS (no os imagináis la de eventos que he tuiteado en directo con mi iPad Pro) y servicios puedes hacer todo tu trabajo, sobre todo cuando le añades un teclado y un lector de tarjetas de memoria. Aunque si es cierto que hay algunos CMS como Wordpress (esperemos que Gutenberg lo solucione) que dan problemas en la versión de Safari que usa el tablet.
La cosa se empieza a complicar cuando metes vídeo y audio. Al igual que las fotos, no hay ningún problema en pasar vídeos de una cámara pero a la hora de editar tienes que adaptarte a las apps que hay. Adobe acaba de lanzar Rush, una versión reducida de Premiere, pero si usas Final Cut Pro X ya te puedes ir olvidando de conservar tus flujos de trabajo.
Con el audio pasa todo lo contrario. Hay apps como Ferrite que son perfectas para editar un podcast (es la app que uso para hacer El Aperitivo) pero grabar una conversación por Skype se complica y algo tan simple como pasar un audio de la memoria de la grabadora al iPad es imposible. Aunque gracias al USB-C puedes usar un micrófono externo de calidad sin complicarte mucho la vida. Algo es algo.
No os voy a engañar, alguna de estas cosas son tan tontas que hasta resulta frustrante. Hace años os hubiera dicho que la cosa no tiene solución, pero viendo la cantidad de funciones avanzadas que están llegando últimamente (sólo hay que ver Shortcuts) y lo que se rumorea de iOS 13, parece que acabarán despareciendo.
Además, como he dicho al principio, el iPad es mi ordenador fetiche y al final se lo acabo pasando por alto.
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